Numerosos estudios científicos recientes han explorado la posible relación entre la contaminación del aire y el desarrollo del trastorno del espectro autista (TEA) en los niños. Aunque la genética juega un papel importante en el riesgo de TEA, la investigación sugiere que ciertos contaminantes ambientales pueden influir en la aparición de este trastorno, especialmente durante el embarazo y la primera infancia.
Contaminantes atmosféricos y su impacto en el desarrollo neurológico
Los contaminantes en el aire, como las partículas finas (PM2.5) y los óxidos de nitrógeno (NO y NO₂), pueden penetrar profundamente en el cuerpo humano. Durante el embarazo, estas sustancias pueden atravesar la placenta, afectando el desarrollo del cerebro del feto. Se ha demostrado que la exposición a estos contaminantes induce inflamación y estrés oxidativo, procesos que podrían interferir con el desarrollo neurológico normal de un niño.
Evidencia de estudios recientes
Un estudio realizado por la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard encontró que la exposición de la primera infancia a PM2.5 se asoció con un aumento del 64% en el riesgo de desarrollar TEA. La exposición durante el embarazo también mostró un aumento del riesgo del 31%, siendo el tercer trimestre identificado como el período de mayor vulnerabilidad.
Otro estudio en Suecia examinó la exposición materna a contaminantes específicos, como las emisiones de vehículos y el humo de leña, durante el embarazo. Los resultados indicaron que la exposición a estas fuentes locales de contaminación estaba relacionada con un mayor riesgo de autismo en los niños.
Además, una revisión científica publicada en Brain Medicine destacó que la exposición prenatal a contaminantes comunes, como el dióxido de nitrógeno y las partículas finas, puede desencadenar reacciones biológicas que afectan el desarrollo del cerebro, lo que podría aumentar el riesgo de TEA.
Consideraciones finales
Si bien la relación entre la contaminación del aire y el autismo aún requiere más investigación para establecer una causalidad definitiva, la evidencia actual sugiere que reducir la exposición a contaminantes en el aire durante el embarazo y la primera infancia podría ser beneficioso para la salud neurológica de los niños. Medidas como monitorear la calidad del aire, usar purificadores de aire con filtro HEPA y evitar áreas altamente contaminadas pueden ayudar a minimizar los riesgos potenciales.
Es fundamental seguir investigando y abogando por políticas públicas que reduzcan la contaminación del aire, protegiendo así el desarrollo saludable de las generaciones futuras.
Fuentes:
Air pollution linked with increased risk of autism in children