Tocar el tambor puede mejorar las habilidades sociales y la concentración de los adolescentes con autismo, según una investigación reciente.
En el estudio participaron 36 adolescentes diagnosticados de trastorno del espectro autista, la mitad de los cuales recibieron dos meses de entrenamiento en batería utilizando un programa estándar de batería electrónica. Este programa, diseñado para controlar el rendimiento motor y la precisión del tiempo, requería que los participantes realizaran una serie de patrones rítmicos repetitivos, según explicó la autora principal, Marie-Stephanie Cahart.
Los resultados indicaron que las clases de percusión reducían el comportamiento hiperactivo y aumentaban la capacidad de concentración y atención de los adolescentes. La actividad también parecía reforzar la comunicación entre las regiones cerebrales responsables de la autorregulación, el control inhibitorio y la supervisión de la acción y el resultado.
Cahart, doctorando del Instituto de Psiquiatría, Psicología y Neurociencia del King’s College de Londres, declaró que el autismo es un trastorno del neurodesarrollo que dura toda la vida y se caracteriza por déficits de comunicación e interacción social y comportamientos e intereses repetitivos. El tamborileo exige planificación motora, precisión temporal, atención focalizada y control de la inhibición, lo que puede ayudar a abordar algunos de estos déficits.
En el estudio participaron adolescentes con una edad media de 18 años que no tenían experiencia previa en tocar el tambor. La mitad recibió dos sesiones semanales de 45 minutos de entrenamiento con tambores durante ocho semanas, mientras que la otra mitad no recibió ningún entrenamiento con tambores. Todos los participantes se sometieron a escáneres cerebrales y pruebas neuropsicológicas antes y después del estudio, y se evaluó la gravedad de sus síntomas de autismo.
Al concluir el estudio, los cuidadores y los tutores de tambor informaron de una mejora del contacto visual, la regulación emocional y la verbalización de las necesidades en los participantes que recibieron entrenamiento de tambor. Estos individuos también experimentaron una mayor autoestima y menos estallidos de ira. Al parecer, los participantes del grupo de percusión disfrutaron aprendiendo a tocar el tambor.
Cahart destacó la relevancia de las actividades de percusión para las personas con trastornos del espectro autista, señalando que la actividad podría beneficiar a pacientes con distintos niveles de capacidad y síntomas de autismo. La percusión se centra en la coordinación mano-ojo, la sincronización y la supervisión y corrección continuas de los errores, lo que refuerza la atención, la inhibición y las habilidades de pensamiento que contribuyen a los resultados sociales y al bienestar general. Además, las actividades de percusión son agradables y accesibles para todo el mundo, independientemente de su formación musical, edad o etnia.
Aunque Donna Murray, vicepresidenta y jefa de programas clínicos de Autism Speaks, reconoció que la percusión no se ha utilizado específicamente como intervención en el autismo, destacó el contexto más amplio de la musicoterapia como terapia complementaria habitual para las personas con autismo. Se necesita más investigación para determinar el tipo de intervención con tambores, su alcance y sus posibles beneficiarios. Los resultados se publicaron en línea en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
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