Muchas personas autistas evitan mirar a los ojos no porque sean groseras, desinteresadas o “malcriados”, sino porque para su cerebro mirar a los ojos puede ser muy difícil o incómodo.
1. Sobrecarga sensorial
Para muchas personas autistas, mirar a los ojos se siente como mirar una luz muy fuerte:
- Hay demasiada información al mismo tiempo: microgestos, emociones, movimientos.
- El rostro de la otra persona ya es mucha información; si además miran directo a los ojos, el cerebro se “satura”.
- Pueden sentirlo como incómodo, invasivo o incluso casi doloroso.
Por eso mirar a otro lado (al suelo, a la mesa, a la pared) les ayuda a regularse y no sentirse tan abrumados.
2. Dificultad para hacer “multitarea social”
Hablar, escuchar, pensar qué responder y además sostener contacto visual es como hacer varias tareas complejas a la vez.
Para muchas personas autistas:
- Si miran a los ojos, les cuesta más escuchar bien o encontrar las palabras.
- Bajar la mirada o mirar a un punto fijo les permite concentrarse mejor en lo que dices.
Es decir, a veces te miran menos… justamente para poder entenderte mejor.
3. Ansiedad y miedo a equivocarse
Las interacciones sociales suelen ser más estresantes para las personas autistas:
- Temen “hacerlo mal”, ser juzgados, no interpretar bien los gestos.
- Sostener la mirada puede aumentar la ansiedad, el corazón se acelera, el cuerpo se tensa.
- Para reducir esa ansiedad, evitan mirar directamente a los ojos.
No es desinterés: muchas veces les importa tanto hacerlo bien que se ponen más nerviosos.
4. Reglas sociales confusas
En la comunicación típica hay reglas muy implícitas:
- “Mírame, pero no demasiado”,
- “Desvía la mirada un poco, pero vuelve”,
- “Mira más cuando el tema es importante”, etc.
Estas reglas no son evidentes para muchas personas autistas.
Algunos:
- Aprenden a mirar “por obligación” y se nota rígido o forzado.
- Otros prefieren no hacerlo para no sentirse falsos o incómodos.
5. ¿Hay que obligarlos a mirar a los ojos?
En general, la recomendación actual es NO obligar el contacto visual prolongado.
Forzar el “mírame cuando te hablo” puede:
- Aumentar la ansiedad y la sobrecarga sensorial.
- Hacer que la persona deje de escuchar el contenido por enfocarse solo en “aguantar” la mirada.
- Asociar la comunicación con malestar.
Es mejor pensar:
“Prefiero que me escuche y se sienta seguro, aunque no me mire a los ojos,
que me mire a la fuerza pero no entienda nada y lo pase mal.”
6. Qué puedes hacer tú en la práctica
En vez de exigir “mírame cuando te hablo”, puedes:
- Aceptar otras formas de “mirar”:
- Que te mire a la frente, a la nariz, a las cejas o al pecho.
- Que mire al lado, pero se note que está escuchando.
- Que te mire a la frente, a la nariz, a las cejas o al pecho.
- Usar apoyos:
- Llamar su nombre primero: “Juan, te voy a decir algo importante”.
- Hablar con tono calmado, frases cortas y claras.
- Acompañar con un gesto suave (mostrar el objeto, señalar un dibujo, etc.).
- Llamar su nombre primero: “Juan, te voy a decir algo importante”.
- Proponer, no imponer:
- “Si te sientes cómodo, mírame un momento y luego puedes mirar a la mesa”.
- “Puedes mirarme a la frente o a las cejas si los ojos te incomodan”.
- “Si te sientes cómodo, mírame un momento y luego puedes mirar a la mesa”.
7. Cómo explicarlo a otras personas (profes, familiares)
Si necesitas explicarlo a otros adultos, puedes decir algo así:
“Él sí está prestando atención, solo que para su cerebro mirar a los ojos es muy intenso.
Si le pedimos que nos mire todo el tiempo, se siente incómodo y entiende menos.
Es mejor permitirle mirar a otro lado para que pueda escuchar y pensar con calma.”
Resumen:
Muchas personas autistas evitan mirar a los ojos porque les genera sobrecarga, ansiedad y les dificulta procesar lo que escuchan. No es falta de interés ni mala educación. Permitir otras formas de atención (mirar a otro punto, miradas breves, etc.) suele ayudar a que se comuniquen mejor y se sientan más tranquilos.









