Aprender a gestionar los problemas sensoriales puede ser un reto para las personas autistas. A continuación se exponen algunas estrategias que pueden ayudar a afrontar y minimizar las dificultades relacionadas con la sensibilidad sensorial:
- Identifica las sensaciones problemáticas: El primer paso es reconocer qué estímulos sensoriales causan malestar o incomodidad. Pueden ser ruidos, olores, sabores, texturas o luces. Anotarlos en una lista puede ser útil para identificar patrones y encontrar soluciones específicas.
- Si los sonidos fuertes o repentinos te causan molestias, como los electrodomésticos o el tráfico, utiliza tapones para los oídos o auriculares con cancelación de ruido para reducir la intensidad del sonido.
- Si la luz solar directa te causa molestias, ponte gafas de sol con protección UV y un sombrero de ala ancha cuando estés al aire libre. También puedes utilizar cortinas opacas en casa para minimizar la luz que entra por las ventanas.
- Si te molestan las etiquetas o las costuras de la ropa, elige prendas sin etiquetas y con costuras planas. Opta por tejidos suaves y transpirables, como el algodón, para reducir las molestias táctiles.
- Si los olores fuertes, como los de los perfumes o los productos de limpieza, te causan malestar, elige productos sin fragancia para el cuidado personal y la limpieza del hogar. Evita los lugares con olores fuertes, como perfumerías o supermercados con secciones de productos de limpieza.
- Si probar alimentos nuevos por su sabor o textura te resulta difícil, empieza con pequeñas cantidades y mézclalos con alimentos que ya te gusten. Puedes ajustar la textura de los alimentos utilizando un robot de cocina o mezclándolos para que sean más fáciles de tolerar.
- Si tienes dificultades de equilibrio y coordinación, considera la posibilidad de practicar actividades como yoga, tai chi o deportes que requieran equilibrio y coordinación. Estas actividades pueden ayudarte a mejorar tu capacidad para manejar los estímulos sensoriales relacionados con el movimiento.
- Crea un entorno cómodo: En la medida de lo posible, adapta tu entorno para reducir los estímulos problemáticos. Por ejemplo, si eres sensible al ruido, considera la posibilidad de utilizar tapones para los oídos o auriculares con cancelación de ruido. Si la luz es un problema, utiliza cortinas opacas o gafas de sol.
- Establece rutinas: La estructura y la previsibilidad pueden ayudar a minimizar la ansiedad y el estrés. Crea rutinas diarias y programa actividades en momentos concretos para proporcionar una sensación de control y seguridad.
- Aprende técnicas de relajación: Las técnicas de relajación, como la respiración profunda, la meditación o el yoga, pueden ayudar a reducir la ansiedad y la tensión causadas por sensaciones abrumadoras.
- Haz pausas sensoriales: Si te sientes abrumado por las sensaciones, tómate un momento para alejarte y recuperarte en un espacio tranquilo y cómodo. Esto te permitirá recargarte y afrontar mejor los retos sensoriales.
- Establece límites: Comunica tus necesidades y límites a tus familiares, amigos y compañeros de trabajo para que comprendan y respeten tus dificultades sensoriales. Esto puede ayudar a evitar situaciones incómodas y a reducir el estrés.
- Busca apoyo: Hablar con profesionales, como terapeutas ocupacionales o psicólogos, puede ser útil para aprender estrategias específicas para gestionar tus problemas sensoriales. Además, unirse a grupos de apoyo para autistas puede ser una forma excelente de compartir experiencias y aprender de los demás.
Recuerda que cada persona autista es única, y que lo que funciona para una puede no funcionar para otra. Experimenta con distintas estrategias y encuentra las que mejor se adapten a tus necesidades y preferencias.