Conductas desafiantes en autistas

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Las conductas desafiantes en las personas autistas son acciones que pueden parecer perturbadoras, inapropiadas o difíciles de manejar. Estos comportamientos pueden manifestarse de diversas formas y por distintos motivos, pero es importante comprender que, en muchos casos, son el resultado de las dificultades que tiene la persona autista para comunicarse, comprender y adaptarse a su entorno.

 

Algunos ejemplos de conductas desafiantes en individuos autistas incluyen

  • Rabietas: Las personas autistas pueden tener dificultades para expresar sus emociones o necesidades, lo que puede dar lugar a rabietas o llantos intensos.
  • Agresividad: Algunos individuos pueden mostrar comportamientos agresivos, como pegar, morder o dar patadas, sobre todo cuando se sienten frustrados, abrumados o ansiosos.
  • Autolesiones: A veces, los autistas pueden autolesionarse, como golpearse la cabeza, morderse o arañarse. Puede ser una forma de liberar tensión o una respuesta a estímulos sensoriales abrumadores.
  • Insistencia en la rutina o ritualización: La persona autista puede insistir en seguir rutinas o rituales específicos, lo que puede dificultar su adaptación a situaciones nuevas o inesperadas.
  • Resistencia al cambio: La persona autista puede resistirse a los cambios en su entorno, lo que puede provocar ansiedad y frustración y dificultar la adaptación a situaciones nuevas.
  • Fuga: La persona autista puede intentar escapar de un entorno o situación incómodos, lo que puede poner en peligro su seguridad y la de los demás.
  • Destrucción de la propiedad: Algunos autistas pueden destruir objetos o muebles en momentos de frustración, lo que puede crear preocupación y costes adicionales para los cuidadores.
  • Rabietas intensas: Los individuos autistas pueden tener rabietas intensas, en las que pueden llorar, gritar o tirarse al suelo, sobre todo cuando se enfrentan a situaciones difíciles o estresantes.
  • Aislamiento social: Algunos autistas prefieren aislarse de los demás y rechazan cualquier tipo de interacción social, lo que puede afectar a su desarrollo social y emocional.

Para abordar estos comportamientos, es esencial comprender que no son intencionados ni malintencionados, sino el resultado de las dificultades a las que se enfrenta la persona autista en su interacción con el mundo circundante. Es importante centrarse en establecer un entorno estructurado y predecible, utilizar estrategias de comunicación eficaces adaptadas a las necesidades individuales y abordar cualquier problema sensorial que pueda estar contribuyendo al comportamiento desafiante.

Hay que tener en cuenta que cada persona autista es única y puede presentar una combinación de estos comportamientos desafiantes, así como otros no mencionados aquí. Al comprender y abordar las razones subyacentes de estos comportamientos, pueden desarrollarse estrategias personalizadas y enfoques más eficaces para mejorar la calidad de vida de la persona autista y reducir la aparición de estos comportamientos.

También es crucial colaborar con profesionales del autismo, como psicólogos, terapeutas ocupacionales y logopedas, para desarrollar estrategias y técnicas que puedan mejorar la calidad de vida de la persona autista y reducir la aparición de comportamientos desafiantes. La empatía, la paciencia y el apoyo son fundamentales en este proceso.

 

Funciones de las conductas desafiantes:

Las conductas desafiantes en individuos autistas pueden tener varias funciones o propósitos, dependiendo de la situación y del individuo. He aquí algunas de las funciones más comunes de estos comportamientos:

  1. La comunicación: Las personas autistas pueden tener dificultades para expresarse verbalmente o para comprender el lenguaje. En estos casos, las conductas desafiantes pueden ser una forma de comunicar sus necesidades, emociones o malestar.
  2. Regulación emocional: Los individuos autistas pueden experimentar emociones intensas o tener problemas para regular sus emociones. Las conductas desafiantes pueden ser una estrategia para afrontar la frustración, el estrés o la ansiedad.
  3. Regulación sensorial: Los individuos autistas pueden ser hipersensibles o hiposensibles a los estímulos sensoriales. Las conductas desafiantes pueden ser una forma de adaptarse a estas sensibilidades, ya sea buscando estímulos que les resulten agradables o evitando los que les resulten incómodos.
  4. Mantenimiento de rutinas y control: Muchos autistas prefieren seguir rutinas estrictas y pueden sentirse ansiosos o inseguros en situaciones nuevas o inesperadas. Las conductas desafiantes pueden ser una forma de mantener el control sobre su entorno y sentirse seguros.
  5. Evitación o escape: A veces, las conductas desafiantes pueden ser una estrategia para evitar o escapar de situaciones difíciles, abrumadoras o desagradables para la persona autista.
  6. Búsqueda de atención: A veces, los comportamientos desafiantes pueden ser una forma de llamar la atención de los demás, ya sea positiva o negativamente.
  7. Estimulación interna: Algunas personas autistas pueden encontrar reconfortantes o placenteras a nivel interno ciertas conductas desafiantes, como las estereotipias. Estos comportamientos pueden servir como forma de autorregulación, ayudándoles a calmarse o a afrontar situaciones estresantes.
  8. Reducción de la demanda: Las conductas desafiantes pueden servir para disminuir la cantidad de demandas que se imponen a los autistas. Al mostrar un comportamiento difícil, pueden conseguir que se reduzcan sus expectativas o que se les dé más tiempo y espacio para procesar la información.
  9. Expresión del dolor o el malestar físico: Los individuos autistas pueden tener dificultades para comunicar o identificar el dolor o el malestar físico. En estos casos, los comportamientos desafiantes pueden ser una manifestación de un problema de salud subyacente que requiere atención médica.
  10. Búsqueda de previsibilidad: La incertidumbre y el cambio pueden ser difíciles de manejar para los autistas. Las conductas desafiantes pueden ser una forma de intentar mantener un entorno predecible y estructurado, que les ayude a sentirse más seguros y en control.

Es esencial saber cómo manejar estos comportamientos, ya que pueden verse reforzados accidentalmente por las respuestas de los demás. Por ejemplo, si un niño autista aprende que teniendo una rabieta consigue lo que quiere, es probable que repita este comportamiento para conseguir sus objetivos en el futuro.

 

Estrategias para ayudar a mejorar las conductas desafiantes

Las mejores estrategias para ayudar a los autistas a mejorar las conductas desafiantes varían según las necesidades individuales y la función específica de las conductas. He aquí algunas estrategias generales que pueden ser eficaces en muchos casos:

  1. Establecer una rutina: Proporcionar un entorno estructurado y predecible puede ayudar a los autistas a sentirse más seguros y a reducir la ansiedad relacionada con el cambio o la incertidumbre.
  2. Promover la comunicación: Facilitar el uso de herramientas y técnicas de comunicación adaptadas a las capacidades y necesidades individuales, como el lenguaje de signos, la comunicación por imágenes o los dispositivos electrónicos, puede ayudar a las personas autistas a expresar sus necesidades y emociones de forma más eficaz.
  3. Terapias especializadas: Trabajar con profesionales especializados en autismo, como terapeutas ocupacionales, del habla y del lenguaje o psicólogos, puede ser beneficioso para abordar los comportamientos desafiantes y desarrollar habilidades adaptativas.
  4. Apoyo emocional: Proporcionar apoyo emocional y comprensión puede ayudar a los autistas a afrontar situaciones difíciles y a desarrollar habilidades de autorregulación emocional.
  5. Adaptación del entorno: Modificar el entorno para abordar las sensibilidades sensoriales, como reducir el ruido, la luz brillante o las texturas incómodas, puede ayudar a reducir la aparición de conductas desafiantes relacionadas con la sobrecarga sensorial.
  6. Enseñanza de habilidades sociales: Implantar programas de entrenamiento en habilidades sociales puede ayudar a los autistas a desarrollar habilidades de interacción social, lo que puede mejorar su adaptación a distintos entornos y reducir la frustración y el estrés.
  7. Refuerzo positivo: Utilizar refuerzos positivos, como elogios, recompensas o actividades agradables, puede motivar a las personas con autismo a adoptar conductas adecuadas y disminuir la aparición de conductas desafiantes.
  8. Análisis funcional de la conducta: Trabajar con un especialista para identificar las funciones de las conductas desafiantes y desarrollar intervenciones específicas que aborden esas funciones puede ser una estrategia eficaz para reducir su frecuencia y gravedad.
  9. Colaboración familiar: La colaboración y el apoyo familiar son cruciales para garantizar que las estrategias aplicadas sean coherentes en todos los entornos en los que vive la persona autista.

Es esencial adaptar estas estrategias a las necesidades y capacidades específicas del individuo. La paciencia, la empatía y la colaboración con profesionales especializados en el campo del autismo son clave para mejorar la calidad de vida de las personas con autismo y reducir las conductas desafiantes.

 

Comportamientos de sustitución

Enseñar conductas de sustitución a los autistas es un enfoque eficaz para abordar y cambiar las conductas desafiantes. Estas conductas de sustitución deben cumplir la misma función que la conducta desafiante, pero de un modo más apropiado y socialmente aceptable. He aquí algunas estrategias para enseñar conductas de sustitución:

  1. Identifica la función de la conducta desafiante: Es esencial comprender la función o finalidad de la conducta desafiante antes de enseñar una conducta de sustitución. Esto puede implicar observar y analizar el comportamiento para determinar qué necesidad o deseo intenta satisfacer la persona autista.
  2. Selecciona una conducta de sustitución adecuada: La conducta de sustitución debe ser apropiada para la edad y coincidir con el nivel de desarrollo de la persona autista, y debe cumplir la misma función que la conducta desafiante. Por ejemplo, si la conducta desafiante pretende comunicar una necesidad, la conducta de sustitución podría consistir en enseñar a la persona a pedir ayuda o a utilizar un sistema de comunicación alternativo.
  3. Modelado y enseñanza: Demuestra y enseña la conducta de sustitución a la persona autista, utilizando instrucciones claras y sencillas. Puede ser útil dividir la conducta en pasos pequeños y manejables y enseñar cada paso individualmente.
  4. Practica y refuerza: Ofrece oportunidades para que la persona autista practique la conducta de sustitución en diferentes situaciones y contextos. Asegúrate de reforzar constante y positivamente la conducta de sustitución, ofreciéndole elogios, atención o recompensas cuando la realice correctamente.
  5. Reducción gradual de la conducta desafiante: A medida que la persona autista sea más competente en la conducta de sustitución, empieza a reducir la frecuencia e intensidad de la conducta desafiante. Esto puede incluir la aplicación de estrategias de extinción, como ignorar la conducta desafiante siempre que sea seguro hacerlo.
  6. Seguimiento y ajuste: Sigue controlando los progresos de la persona autista y realiza ajustes en la enseñanza y el refuerzo según sea necesario. Esto puede incluir adaptar las expectativas, el entorno o las estrategias de enseñanza para garantizar el éxito a largo plazo.
  7. Colaboración con profesionales: Colabora con terapeutas y otros profesionales especializados en autismo para desarrollar y aplicar estrategias de enseñanza de conductas de sustitución. Pueden proporcionar orientación y apoyo durante todo el proceso.

Recuerda que enseñar conductas de sustitución puede llevar tiempo y requiere paciencia y perseverancia.

 

Situaciones de crisis y cómo manejarlas

Manejar una situación de crisis con una persona autista puede ser un reto, pero es importante mantener la calma y seguir algunas pautas para garantizar la seguridad y el bienestar de todos los implicados. He aquí algunas sugerencias para abordar una situación de crisis:

  1. Mantén la calma: Es crucial mantener la calma y hablar con un tono de voz tranquilo y suave. La persona autista puede percibir y responder a tu nivel de estrés, lo que puede intensificar la situación.
  2. Evalúa la seguridad: Asegúrate de que el entorno es seguro para la persona autista y para los demás presentes. Retira los objetos peligrosos o cualquier cosa que pueda causar daño y, si es posible, proporciona un espacio seguro y protegido donde la persona pueda calmarse.
  3. Reduce la estimulación sensorial: Las crisis pueden desencadenarse o agravarse por una sobrecarga sensorial. Reduce en lo posible el ruido, las luces brillantes y las distracciones visuales.
  4. Dale espacio: Evita invadir el espacio personal de la persona autista y deja que tenga espacio suficiente para moverse y calmarse. Intenta no tocar ni sujetar a la persona a menos que sea absolutamente necesario para garantizar su seguridad o la de los demás.
  5. Utiliza una comunicación sencilla y clara: Habla con frases breves y sencillas, evitando preguntas complejas o instrucciones detalladas. Puede ser útil utilizar la comunicación visual, como señales con las manos o imágenes, para ayudar a transmitir tu mensaje.
  6. Escucha y observa: Presta atención a las señales verbales y no verbales de la persona autista para comprender mejor qué puede estar causando la crisis y cómo ayudar eficazmente.
  7. Tiempo y paciencia: Deja que la persona autista se tome el tiempo necesario para calmarse. No intentes precipitar el proceso ni imponer soluciones rápidas.
  8. Ofrece opciones y soluciones: Cuando la persona empiece a calmarse, ofrécele opciones y soluciones para resolver el problema o aliviar la situación. Asegúrate de que estas opciones sean sencillas y claras.
  9. Aprende de la experiencia: Cuando haya pasado la crisis, reflexiona sobre lo ocurrido y determina qué desencadenó la situación. Utiliza esta información para desarrollar estrategias y enfoques para prevenir y abordar crisis similares en el futuro.
  10. Busca apoyo profesional: Si las crisis se vuelven frecuentes o intensas, considera la posibilidad de buscar apoyo en profesionales especializados en autismo, como terapeutas o psicólogos, para que te orienten y aconsejen sobre cómo gestionar eficazmente estas situaciones.

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